Cada año, desde muy pequeña solía armar el pesebre de
navidad con mis padres en la víspera de mi cumpleaños. Por eso creo que esa
fecha se llenó de magia en mi vida, mis padres solían hasta disfrazarme.
Siempre nos reuníamos a ver qué idea nueva surgía para armar el pesebre, ese pesebre que aunque sabía que existía una
ciudad llamada Belén, pensaba que el paisaje era de mentiras y que solo existía
en la imaginación de un colectivo; los pastores, las ovejas, las casitas. Pero
este año pude comprobar que si existe. Tuve la oportunidad de visitar Belén
justo el 24 de diciembre.
Llegar hasta Belén es algo complicado pero no imposible, pues está ubicada a 9
kilómetros de Jerusalén, capital de Israel y de Palestina pero se encuentra en
la parte de West Bank o Cisjordania, es decir en la parte de territorios
ocupados por Israel y desde 1.995 esta ciudad se encuentra administrada por la
Autoridad Palestina, después de los Acuerdos de Oslo. Para llegar a Belén hay
dos opciones, llegar desde Jerusalén, por donde llegan la mayoría de turistas y
por ende hay muchos controles de seguridad, o llegar por la parte de abajo pasando por Hebrón, otra ciudad de Cisjordania en
auto.
En nuestro caso fuimos con Ram un israelí que se arriesgó a entrar a
Belén, pues legalmente es prohibido y podría llegar hasta la cárcel por esto,
pero era navidad y en navidad todo cambia. A la entrada y después de ver el
símbolo de “The entrance for Israeli citizens is forbiden” (La entrada para
ciudadanos Israelíes es prohibida”) , Ram decidió preguntar a un señor de
la Autoridad Palestina si podía ingresar a visitar, y él sin dudarlo y con una
sonrisa dijo: “Es navidad, feliz navidad y bienvenido a Belén”. Así fue como
entramos en auto por la parte de abajo de Belén y sin tener que pasar por ningún
control de seguridad.
Ese día era 24 de diciembre de 2012 y llegamos hacia las 12
del mediodía. Muchos turistas se podían ver en las calles y muchos Papas Noeles,
vendiendo de todo. El cambio de pasar a
Israel donde los judíos no celebran navidad a Palestina donde no se sabe dónde no se
celebra, es brutal. Me sentí en mi Colombia querida en pleno centro de alguna
ciudad justo el 24 de diciembre, es decir llena de bulla, de gente, de ambiente
navideño, fue maravilloso.
Parqueamos el carro, y nos bajamos para empezar a caminar
con rumbo a la Plaza de la Natividad que es lo más conocido de Belén. De camino
decidimos comer un delicioso Falafel fresquito, algo típico de estas tierras
que es como una bola hecha de lentejas o garbanzos cuyo origen se dice que se
remonta a la Biblia, buenísima. Luego de camino veíamos como los turistas ese
día, invadimos Belén.
Las primeras impresiones de camino a la Plaza de la
Natividad, era ver aquel pesebre que de niña creaba, en vivo y en directo. Vi
pastores con ovejas, vi las casitas tal cual las pone uno en el pesebre, vi el
pesebre de mis sueños. Una sensación indescriptible que aunque sin religión
alguna, mueve por el hecho de ser una tradición que tengo desde pequeña.
A la llegada de la Plaza de la Natividad, nos encontramos
con miles de personas esperando la procesión que se realiza ese día por toda la
ciudad. Las tropas de Scouts palestinos hacían su desfile.
Al frente de la Plaza, se encuentra la Iglesia o Basílica de
la Natividad que fue construida por el emperador Romano Constantino I sobre el
año IV D.C, encima del portal de Belén y es el templo cristiano más antiguo en
uso y la parte más visitada en belén, ya
que allí se encuentra la estrella de plata, que indica el lugar donde nació
Jesús de Nazaret, por lo tanto el símbolo del Cristianismo, aunque su población
de 27.000 habitantes en Belén ya no sea en su mayoría Cristiana sino Musulmana.
En junio pasado la Iglesia de la Natividad
y la ruta del peregrinaje en Belén fueron declaradas Patrimonio Mundial
de la UNESCO.
Para entrar a esta iglesia, se debe pasar por una puerta en
la que hay que agacharse. Y adentro no hay sillas sino un altar, y debajo de
este altar esta la estrella de plata. Para entrar allí hay que hacer fila (o por lo menos ese día) y es una puerta bastante pequeña. Dentro del sitio donde se encuentra la
estrella de plata hay cientos de peregrinos que se desbordan de felicidad –
euforia al ver esta estrella a tal punto que no se quieren parar de ahí, vimos
varias personas en su mayoría mayores de edad, que se tiraban y lloraban sobre
esta estrella.
Ya a la salida de la Iglesia y en la Plaza de la Natividad un árbol de navidad muy grande, siguen con el ambiente navideño de los Palestinos que aprovechan este día, para sus ventas. Hay música, festejo, alegría de navidad y ventas, muchas ventas.
Hacia las 8 de la noche y en vista que más y más turistas llegaban a Belén decidimos cruzar el control de seguridad por la parte de Jerusalén para entrar a Jerusalén y terminar nuestro día navideño ahí, todo eso para evitar congestiones de tráfico, pero habiendo disfrutado de una navidad única.
Sin duda alguna la oportunidad de haber estado justo el 24
de diciembre en Belén, fue una experiencia maravillosa, llena de recuerdos de
una navidad en el pesebre de los sueños.
Muy lindo tu blog Carolina! estoy por viajar a Europa y me gustó mucho leer de tus lindas experiencias.
ResponderEliminarUn beso grande desde Buenos Aires!
Bruno.
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